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miércoles, 2 de junio de 2010

CAPITULO 3

Salí de mi casa y le puse el pestillo a la puerta, emprendí marcha hacia la escuela que quedaba a apenas 3 calles de mi casa.
La mañana de lunes era fría y tenebrosa, no se divisaba a nadie por las calles y todo estaba cubierto por una densa neblina. Esto me puso un poco paranoica y comencé a caminar mas rápido, aun tenia la vista muy sensible por lo que andaba con los ojos entrecerrados, al pasar por el parque lo vi por primera vez: era un chico entre los 16 y los 18 años, cabello de un extraño color blanco, sus ojos, que se concentraban en mi, eran de un hermoso color azul, su piel era blanca y lozana y sus labios de un color rojo escarlata. Sin pensarlo me detuve a mirarlo un rato y el me miro con cara de confusión, yo me sonroje, baje la mirada y comencé a caminar de nuevo. Llegar a la puerta de la escuela me trajo una cierta sensacion de alivio pero también de tristeza, algo me decía que debía volver al parque y conocer a ese misterioso chico.
La escuela, como de costumbre, fue tediosa y aburrida, por mas que intentaba poner atención a la clase la luz me molestaba demasiado para poder ver y la imagen del chico del parque nublaba mi pensamiento.
Por fin se acabo el día y yo me dirigí hacia la salida para encontrarme con mi mejor amiga: Caitlin.
-!Marti!- me grito Cate desde el otro extremo del tumulto de gente que se acumulaba en la puerta de salida de la escuela. En los días previos a las vacaciones se sentía una desaparición casi palpable por salir de la escuela lo antes posible y esto se demostraba en los tumultos en cada una de las puertas.
Me hice a un lado para que el tumulto pasara y la puerta se pudiera despejar. tuve que esperar un buen rato. Pero cuando salí me encontré con Cate y mi hermano.
-Marti debo quedarme en entrenamiento, ¿te molesta irte sola?-dijo
-Para nada, ve a tu practica, se lo importante que es para ti-le respondí. El sonrió, se despidió con la mano y salio corriendo en dirección a la escuela.
Me despedi de Cate y me diriji a mi casa por el mismo sendero de la mañana, de no ser porque, no haba neblina ni paranoia.
Al pasar de nuevo por el parque me encontré con el chico y pude detallarlo mejor, esta mañana me había equivocado con su descripción, el no era bello. ni hermoso, el era sencillamente perfecto, sus rasgos se asemejaban a una descripción griega del dios de la belleza.
Gire bruscamente la cabeza, huyendo a su mirada. pero al hacer esto tropecé y los libros que llevaba en las manos calleron al piso. En menos de una fracción de segundo una voz murmuro en mi oído
-¿te encuentras bien?

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